martes, julio 14, 2009

Twitter y SMS en las reuniones Scout


Deben ser seguramente los recursos que los más jóvenes jefes de tropa utilizan para que los patrulleros no se mueran de aburrimiento en esta época en la que hacer un nudo tiene cero gracia si no grabas en video todo el procedimiento y luego lo subes a Youtube.

Así como hay publicistas, profesores y periodistas 2.0, también debe existir a estas alturas el concepto de scout 2.0.

Baden Powell se guiaba dejando los no siempre infalibles signos de pista y hace 20 años tratábamos inútilmente de innovar utilizando un par de walkies talkies (Guoqui toqui, pal' que no cacha) donde la frase más recurrente era: "¿dónde estai'?.

Pero ahora basta sólo un GPS y listo, adquirible en cualquier parte y para usos varios. ¿Y la brújula?, muy bien gracias, guardada en el velador.

En otros tiempos los jefes y asistentes de tropa teníamos a lo más un teléfono de contacto de los scouts en fichas de papel. Yo mismo innové guardándolas en mi antiguo MS Works y Juan Carlos, que era más avezado y sigue siendo un profesional en todo eso, se armó un sistema más eficiente para el llenado de información.

Pero ahora seguramente los jefes de tropa tienen a sus integrantes alineados como contactos en Facebook. Si se te olvidó el sábado decirle a los personajes que llevaran algo había que esperar una semana. Ahora le escribes el viernes al grupo de Facebook y se acabó. Y eso que no he nombrado los llamados al celu y el mensaje de texto.

Pronto las guías y scouts -más que pronto, ahora mismo- estarán masivamente microbloggiando con Twitter. Y si de pronto en tu actividad ves que un scout en medio de bostezos mira fijamente su celu, blackberry, I Phone o lo que sea, sólo tienes que imaginar qué está apareciendo en su respectiva cuenta de twitter para todos sus contactos, incluidos los mismos que se supone te escuchan con toda atención.

¿Que si prefiero esto a lo anterior o viceversa?, no lo sé. Yo me quedo con el siempre rico chocolate caliente después del fogón que no pasa de moda nunca. De lo que sí estoy más seguro es que todos los cambios le ponen el camino más difícil a los jefes más antiguos, esos medios divorciados de la tecnología y que insisten -a veces para bien, a veces para mal- con el modelo tradicional.

Para los más jóvenes, en cambio, se le abren un montón de herramientas para atraer niños, niñas y jóvenes a sus grupos, que es finalmente el objetivo del movimiento. Aprovecharlas sin dejar de lado el método scout es la tarea y el mayor desafío que tienen y tendrán por delante.

lunes, abril 20, 2009

La maldita prueba del puñal


Un secreto oculto hasta hoy es el que rodea la siempre definitiva prueba del puñal, para que los troperos estén en condiciones de conseguir su promesa scout.

La ceremonia comenzaba con la disertación de rigor, con un arma impecable en manos de quien había estudiado todas sus partes, características y funciones.

Y no es este el espacio para hacer público el mito que prácticamente todos saben, pero del que se comenta poco.

Con la distancia del tiempo es posible recordar algunos notables "aspirantes" a la promesa para quienes este paso -en el contexto de un campamento- era casi de vida o muerte.

Sorpresas también hubo. Una vez un tropero aguerrido, guía de su patrulla, machaca a toda prueba y militarizado en exceso, hizo todo bien, menos la parte final. Cuenta la historia que su jefe de tropa debió abalanzarse sobre él, y casi luchar, cual tarzán con un cocodrilo, para quitarle el puñal y evitar esa especie de infamia en que se incurría si el asunto no se meditaba a cabalidad.

En otro caso, uno de aquellos patrulleros quitados de bulla, de esos de la consigna "mientras más piola mejor", casi sin titubear hizo todo lo correcto, de principio a fin, y casi le arrancaba lágrimas a su jefe.

En todo caso, ambos individuos se fueron más tarde de sendos cachetazos y asunto arreglado, para "nacer de nuevo" y volverse miembro del movimiento de tomo y lomo, porque como dicen (aunque no siempre se la crean), "una vez scout, siempre scout".

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lunes, marzo 30, 2009

El breve saludo de Carlos Valle

Breve pero contundente. Así fue el saludo de Carlos Valle en nuestro correo, el cual publicamos textual:

"Yo estuve en la tropa por dos años..el los campamentos de verano en Caburgua y Chiloé..Patrulla Cóndor..me emocioné al ver el báculo...ojalá alguien sepa del Kiko..cuídense!".

lunes, marzo 09, 2009

El saludo de El Vale y su "ránking" de momentos inolvidables

Me alegré de encontrar (por mera casualidad) esos recuerdos que tanto bien le hacen al espíritu, y que llenan tu cara de risas, por las que todos te miran y dicen ¿qué le pasa? , pero ellos no estuvieron allí ese momento.

Por ej. cuando Claudio piso mierda y dijo: “es una tropa de hombres”, o la célebre frase de ese Jamboree (Los Lagos): “¡¡¡Se siente venir...........violación-violación!!!”.

En Chiloé, cuando caminamos por el barro x km. para llegar a un pueblo enfiestado con el “Tractor Amarillo”, tema hit para ellos, o en Graneros tomando sol con Coca-Cola como bronceador. Eso incluso quedó en los libros registrado: "la sangre de dios".

En fin, me falta tiempo parta seguir recordando anécdotas y anecdotarios. Me despido por ahora (ya que mi jefe me esta mirando con cara de JC enojado por alguna locura echa por mi grupúsculo más cercano)... con ganas de ver a todos los que participamos de este querido grupo llamado Monseñor Berríos.

Para los que me recuerdan, saludos y abrazos de “El Vale”.

PD: Y los que no me recuerdan ........Violación-Violación!!!!! Jajaja!

domingo, diciembre 07, 2008

¿Grupo Scout 2.0?... ¡Guaaauuu!


Me vino un breve chispazo a la cabeza. ¿Cómo será armar un grupo scout 2.0?.

El problema es que ahora la tecnología se traga todo, incluso este tipo de organizaciones chicas.

Antes, hace mucho ya, ir a un Jamboree en el aire era "guaaau!!!".

Y se escuchaban despacito algunas guías y scouts de todo Chile tratando de sólo decir "¡¡hola, somos del grupo Ambarataguante de Cumpeo!!".

Ahora en cambio, vas a un Jamboree nacional, internacional o mundial y los que hacen amistad se meten al messenger, comparten las fotos por Facebook, y conversan todos los días vía telefónica por Skype, hasta mirándose a los ojos.

- ¿Qué estás haciendo Pancho? -dice la siempre buena onda mamá de un scout.
- Nada, estoy hablando con la Siu.
- ¿Cual Siu?, ¿la que vive en Shangai?
- La misma.
- Ah... esa niñita no duerme, apúrate que se te enfría el almuerzo.

Y yo me pregunto, y el "¡¡guaaau!!" ¿dónde quedó?. En nada.

Es que pasó la vieja, como dicen y la cosa cambió mucho y este tipo de asuntos no sorprenden a nadie.

Yo, por ejemplo, le armaba a la tropa unos juegos de "ciudad" con tiza y papelitos y los pobres patrulleros tenían que sudar la gota gorda siguiendo signos de pista anotados en la vereda por varias cuadras... y ¿para qué?, para ganarse una Coca-Cola bien helada.

Yo hiciera eso ahora, me mandan a la cresta.

Creo que mejor no voy a armar ese grupo 2.0, soy demasiado atemporal y, cómo dije al principio, el chispazo fue muy breve.


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jueves, febrero 28, 2008

La Nostalgia

La nostalgia aparece en marzo. No es "marcitis", como rezan los comerciales. Simplemente es una posición especial del sol que evoca campamentos de fin de año y pilas renovadas para comenzar a aparecer los sábados, con la camisa y el pañolín puestos.

Y vamos con los consejos de grupo y las renovaciones de dirigentes similares al cierre de pases de clubes de fútbol.

"Empezamos el próximo sábado", dice uno de los jefes, al darse una vuelta por el local del grupo casi buscando una excusa a eso de las tres de la tarde cuando, bajo un brillante sol, lo único que se oye es el viento azotando las hojas cada vez más secas de los árboles.

Una guía conversa con otra, vistiendo el uniforme casi por costumbre, mientras anota quizás qué cosa en una libreta.

El báculo está en un rincón, y si no fuera por las pieles se vería hasta polvoriento. Un lobato y una golondrina acompañados por sus papás también completan la escena, como si hubiesen insistido para ver con sus propios ojos que el grupo todavía sigue bajo el letargo veraniego.

La nostalgia llega en marzo, ya lo dije, y así sucesivamente.

jueves, junio 28, 2007

Los ruteros machacas del MB (o las consecuencias de ser "hermanitos scout, socito")


Siempre la ruta del MB fue jugada. A veces demasiado, para mi gusto. Una vez incluso recuerdo que fue disuelta por una decisión del Consejo. Muy severos los dirigentes, pero en fin, así se dio la cosa y fue por razones fundadas.

A estas alturas es todo una muy antigua anécdota, pero en su momento el tema nos hacía agarrarnos la cabeza. En ese entonces se fueron ruteros emblemáticos que sin embargo siguieron entregando la mística en otros grupos.

Me acuerdo de lo aperrados que eran los ruteros que fueron al Jamboree de 1992 en Los Lagos. Yo no era rutero pero fui casi de igual a igual, además que en términos de edad andábamos todos por ahí. Ellos habían llegado antes y se habían encargado de levantar todos los portales del campo que nos tocó y al que también llegó la tropa del grupo.

También tuvieron que levantar las famosas carpas Jamboree y más tarde, cuando el Jamboree ya estaba en marcha, éramos los encargados de repartir todo el día los insumos para gran cantidad de patrullas provenientes de todo Chile de guías y scouts, y también del extranjero.

Al principio teníamos una carpa que nos turnábamos para dormir, pero los camiones con los víveres finalmente no tenían horario y debíamos desvelarnos para descargar cajas y más cajas de día y noche, las que acumulábamos en las llamadas carpas Jamboree.

Finalmente, inventamos el sistema de dormir en "nichos", que no eran otra cosa que paredes que hacíamos con los mismas cajas para que entrara en una especie de pasillo solamente el saco de dormir.

Otros tipos que también estaban se servicio y que seguramente, también como nosotros pagaron por ir a ese evento, nos despertaban cada mañana cual gerentes para que empezáramos a repartir las cosas que ellos solamente anotaban.

Salíamos entonces de nuestros nichos todavía medios adormilados para repartir las cosas que nos habían llegado de madrugada. Para eso usé un gorro que hasta hoy conservo y que en adelante seguí ocupando campamento tras campamento, y que me permitía olvidarme de si estaba o no chascón al momento de levantarme.

Levantamos incluso un mástil lo bastante alto en el que elevábamos una bandera cada vez que nos llegaba el pan... y eso ocurría tres veces al día.

El encargado del subcampo, que sólo recuerdo como "Tata", estaba feliz con nosotros, porque siendo tan pocos hacíamos igual la pega, a diferencia de otros subcampos donde eran casi el doble y tenían turnos decentes que les alcanzaba hasta para pasarlo más o menos bien... mal que mal todos éramos jóvenes y con suerte yo era el más "viejo" con 20 años.

Y funcionaba tan bien la cosa que, ¿para qué iban a pedir más gente?.

Si hasta cuando de madrugada y bajo la lluvia seguían llegando extensos trenes a una especie de estación ferroviaria improvisada, y que traían en sus nauseabundos carros a patrullas conformadas por verdaderos zombies con viajes de hasta 29 horas en el cuerpo, partíamos a cargar cajones de patrulla y a instalar a la gente.

Y el tal Tata nos tiraba y tiraba flores, por lo aperrados, por el empuje, por las ganas, por el compromiso, por todo eso... pero una vez se nos ocurrió pedirle permiso, sí, pedirle permiso para ir a una peña que había en otro campo como a un kilómetro de ahí. Lo pensó demasiado para decir que sí, "¡bien!", dijimos, pero la condición es que sólo hasta las doce de la noche... y eran las 11:00.

Y no lo sacamos de ahí, por más que insistimos, y fuimos, llegamos pasadas las 23:30 y transcurrida media hora volvimos, pero algo atrasados, algo así como media hora... y a nuestro jefe lo encontramos amurrado y decepcionado de nuestro incumplimiento.

No sé los demás, pero ahí comencé a mascar un poco de rabia y a poner en duda el famoso compromiso.

Y seguían pasando los días, y nos habíamos ya acostumbrado a comer a la pasada las vienesas crudas que no sé por qué sobraban, y a hacer trampa en una que otra cosa, total... y la relación con los tipos del camión cada vez era peor, y hasta unos empujones hubo por ahí, porque ellos y nosotros, todos, estábamos hechos pebre.

El famoso Tata, al menos nos enseñó a hacer el nudo para fabricar turcos, y bueno, intercambiándolos logramos conseguir más de algún souvenir. La única mujer de nuestro grupo empezó al mismo tiempo a pinchar con el hijo del Tata, a quien transformó alguna época en su suegro.

Hasta entre nosotros comenzaron a surgir problemas y claro, a esas alturas que fuéramos todos "hermanitos scouts socito" daba, como explico que casi lo mismo.

Y se venía acercando el final del Jamboree y, cosa curiosa, la generosidad de la organización tenía para nosotros preparada la grata sorpresa que debíamos quedarnos como cuatro días más... qué maravilla si hubiesen sido vacaciones, pero el problema grave era que alguien iba a tener que desarmar todas las carpas Jamboree y dejar el terreno como corresponde, como buenos scouts, casi "sin notar la intervención del hombre", aunque esas letrinas gigantes y masivas parecidas a arcas de Noé sobre una excavación profunda difícilmente deben haberlas hecho desaparecer... quien sabe si a estas alturas sacan gas de ahí par abastecer la zona.

Yo y otros, la verdad, no estábamos ni ahí con regalarles un día más de pega a esos explotadores, al carajo todo, y sometimos el asunto a votación. Y como no hubo mayoría, cortamos por lo sano y algunos se quedaron hasta cuando debían quedarse según los registros, y otro lote, del que yo formaba parte, hicimos los arreglos para embarcarnos en alguno de los trenes que salían al día siguiente de culminado el evento.

Nuestra enamorada compañera, muy pilla ella, obviamente quería irse junto a la tropa que iba a cargo del hijo del "Tata" y bueno, no pusimos reparo en eso porque la cosa era irse o irse.

Igual hicimos las paces con el Tata y la última noche nos volvió a tirar flores, cantamos un par de cosas y el regalamos un turco gigante hecho de cuerda de la buena, y por lo tanto de dudoso origen.

Una de nuestras últimas tareas como buenos "hermanitos scouts que éramos socito", era armar las bolsas de colación para que los niños y adolescentes resistieran sin problemas un extenso viaje en tren de unas 20 horas. Entonces, le echábamos a cada bolsa una manzana, un jugo en caja y uno o dos doblones.. sí, Doblón, esas cosas que son una galleta doble bañada en chocolate, enana por lo demás, parecido a una negrita y mucho más ínfima que un Super 8.

Y "hermanito, una vez scout siempre scout, socito", hicimos varias bolsas y lo que sobró nos ayudó a llenar para nuestro usufructo personal una mochila llena de jugos y doblones hasta para tirar a la "chunia".

La anécdota es que en eso estábamos cuando en la puerta del subcampo se apareció un tal Daniel Oyarzún que era ni más ni menos que el comisionado nacional y jefe máximo del Jamboree... el tipo preguntó una cosa doméstica y no se dio ni cuenta que estábamos infringiendo de manera grave nuestros principios, "así como a nosotros" se nos habían infringido nuestros derechos -dijo el picado-.

Y bueno, "llegó el momento", como dice el Rafa Araneda y nos despedimos los que nos íbamos de los que se quedaban y nos fuimos al famoso tren de regreso a Santiago. Tuve eso sí la deferencia de ir a avisarle a una entonces dirigente de nuestro grupo y muy vinculada a la dirigencia nacional scout de nuestra "noble" decisión de viajar.

"Loreto, nos vamos", le dije, y ella abrió los ojos de manera increíble, tanto o más que la única vez que saqué algo del supermercado -un insecticida anti araña- al más puro estilo robo hormiga y ella me manifestó su decepción por el ratero que yo era... debe ser por eso que soy tan honesto.

"¡Ustedes no se van!", me dijo con su pañolín de dirigente nacional y su cruz de madera visible -top ella en el ambicioso mundo de los scouts que creen en el poder del trapito y las insignias- y yo le dije no sé que cosa, pero en resumen el concepto era "chao no más", y nos subimos y el convoy empezó su lenta y atolondrada marcha.

Ahí estábamos, felices de irnos, de desaparecer... pero en la medida que el tren se quedaba pegado, nos empezaba a invadir el cargo de conciencia... ¿y si nos sancionan?, ¿y si alguien nos "denuncia"?, ¿nos pasarán a la corte de honor? -cosa muy pero muy grave cuando uno está muy metido en el cuento- y empezamos a sudar helado y tomamos una nueva decisión: Volvemos.

Claro, porque con suerte habíamos andado dos kilómetros y el tren no se movía otra vez. A lo más tendríamos que atravesar un puente y no era tan peligroso considerando que por esa vía pasaban trenes tarde, mal y nunca.

Estábamos tomando cada uno su mochila cuando el tren dio un tironcito y empezó a moverse a la vuelta de la rueda.. "¡rápido!", nos decíamos unos a otros y nos fuimos a una de las puertas en los extremos de esos carros viejos.

No contábamos sin embargo con que nuestra compañera iba a acceder a regañadientes al cambio de planes y que iba a tomar sus cosas con una lentitud de tortuga, porque obviametne tenía intereses creados y el tren empezaba a agarrar velocidad, "es ahora o nunca", coincidimos y la esperamos lo suficiente como para finalmente decidir que la máquina había tomado demasiada velocidad como para arriesgarse al salto...

Fue un viaje bastante más rápido que el de ida y en el que bajaba mucha gente en distintas ciudades del sur. Sólo recuerdo que durante el itinerario un inspector entró blanco a un vagón como a las dos de la mañana pidiendo que nadie sacara linternas por las ventanas porque el moderno sistema de comunicaciones de los controladores de las vías se confundió y por poco, muy poco dada su palidez, nos embiste otro tren a toda velocidad por detrás.

Yo por mi lado tuve un mini romance de tren hasta Molina con una rutera o dirigente de nombre que mi memoria nunca retuvo y que formaba parte también del grupo del "Tata", y con quien sólo habíamos hecho buenas migas en el Jamboree... ella era al menos muy simpática y le puso la anécdota romántica a mi estadía por la Décima Región, aunque con suerte el idilio platónico aquel duró sólo mientras atravesábamos la Octava Región.

Con decenas de doblones y jugos en el cuerpo llegamos al día siguiente a Santiago, y para qué cuento cómo nos recibió en la estación Ernesto, el papá de nuestra compañera, a quien los más antiguos recordarán como dirigente de tropa y como el papá de un tropero de esos emblemáticos que ha tenido el grupo.

Y era entendible, además que contravenimos las reglas y yo era el "dirigente a cargo", pero a esas alturas re poco me importó el asunto.

El tema fue objeto de debate en los consejos posteriores de dirigentes, esos donde nos reíamos tomando té y comiendo sandwiches, pero donde al momento de votar y argumentar nos sacábamos los ojos, aunque nunca la madre, conste.

Y bueno, a ese mismo consejo que ya tenía claro que el rol de la ruta no era ir a cumplir trabajos forzados a ningún lado, le tocó la difícil decisión de disolver la ruta Antumalén (creo que así se llamaba, pido que me corrijan porfa) por la decisión de sus miembros de volver por su cuenta y sin autorización del grupo a los también célebres campamentos escolares de la Junaeb, donde, entre otras cosas, por su tesón, esfuerzo, etc., etc., los bautizaron como los "saca caca".

Espero que alguno de ellos aparezca para contar esa historia.

Dedico este post al Julián González, al "Patolyn", al Emir, al Jaime, a la Joanna Vallet-Cendre, y a alguien más que creo que se me está quedando en el tintero.